lunes, 23 de junio de 2008

Todo lo que esconde un velo

Mariam Hamade entró hace unos meses en una óptica de Leganés (Madrid) con el currículo bajo el brazo y el pañuelo envolviéndole la cabeza. Cuando el jefe la vio, le soltó:
-Pero bueno, no pretenderás despachar con la capucha puesta, ¿no?
El dueño del establecimiento miraba alternativamente la cara de Mariam y el currículo intachable y adecuado (pero sin foto) que la aspirante le había enviado días antes.
-Pues sí. Quiero trabajar con el pañuelo.
El dueño de la óptica:
-Por eso no me parece mucho pedir que ahora que estoy aquí, pues vosotros os adaptéis a las de los españolesYo viví en Marruecos durante varios años. Y tuve que adaptarme a sus costumbres.
-Ya. Me parece muy bien. Pero es que yo soy española. Musulmana, pero española. Nací en Alcorcón

La respuesta descolocó durante medio minuto al hombre, que luego se apresuró a informar a la aspirante de que el puesto ofrecido ya se encontraba cubierto. Era mentira. Los dos lo sabían. La chica dio media vuelta y se marchó con la resignación que da la práctica.


El padre de Mariam es sirio. Su madre, española. Tiene 23 años. Viste con ropas amplias. Y hace piruetas con la cara para evitar que los hombres la besen en la mejilla al saludarla: no le gusta. Prefiere que le den la mano e intenta que eso no le convierta en una marciana a los ojos de los demás. Siempre ha sido musulmana. Pero siempre se ha sentido tan española como el tipo que la insultó al verla entrar en su despacho. Mariam es diplomada en óptica y, a pesar de la demanda de estos profesionales en el sector, nunca imaginó que tardaría tanto en encontrar trabajo; en que tendría que soportar tantas humillaciones debido al pañuelo. Tampoco pensó en quitárselo para que todo fuera más fácil.




Se lo puso por primera vez, fuera de la mezquita, hace dos años. En verano, antes de irse de viaje a Austria. Se levantó en su casa, preparó la maleta y repasó los billetes. Se miró al espejo y se colocó el hiyab antes de salir hacia el aeropuerto de Barajas: fue un gesto simple, personal y privado. Casi íntimo; a la vez, un paso definitivo, meditado e irrevocable. Con el pañuelo salió de casa. Con él regresó un mes después. Ya nunca se lo ha quitado en presencia de hombres que no son de su familia. Jamás ha pisado la calle con el pelo al aire. Nadie se lo impuso, ni siquiera el Corán, según explica.


"El pañuelo es una manera de elegir la belleza interior. En un mundo en el que se recompensa sobre todo la imagen exterior, la desnudez, yo quiero que se me vea por lo que soy por dentro. El islam pide que a la mujer no se la valore por sus rasgos físicos y eso es lo que yo practico",
sostiene, mientras frunce la cara en un gesto de desagrado por no haberse explicado bien, y añade: "Pero no es eso sólo, no es sólo eso. Con el pañuelo me siento más libre. Es una manera de exteriorizar mis creencias morales, mi sistema moral interior, de hacer ver quién soy de verdad. Evidentemente, nadie me obliga. Ni mis padres, por supuesto, ni el Corán, que en ninguna parte dice que haya que martirizarse y ponérselo si no estás de acuerdo. Lo llevo porque quiero, como esa chica que decide plantarse un piercing o esa otra que se pone una minifalda. En mi caso, el contexto es religioso, pero pido que se respete lo mismo que se respeta el de ellas".

Para ella el pañuelo simboliza, precisamente, lo contrario: "La libertad de elegir". Y el rechazo que experimenta en la calle le parece un síntoma de que algo no funciona en la sociedad: "No está preparada aún para admitir a los que no son como ellos". A veces, esta joven nacida en Alcorcón, con una buena parte de las mismas referencias culturales, televisivas y vitales que las demás chicas de su generación, que conserva sus amigos del instituto y de la universidad, habla de sí misma como si fuera una inmigrante que acaba de llegar a un país extranjero. Como de una chica que necesitara integrarse en el propio barrio en el que ha nacido.


Mariam añade que los casos se acrecientan cuando aparecen noticias de detenciones de terroristas musulmanes. La joven ya ha aprendido que hay determinados días en los que conviene andarse con cuidado. También, que cada etapa que vaya cumpliendo en la vida, como la de encontrar trabajo, le costará probablemente más que a otra joven de su edad, musulmana o no, que no lleve el pañuelo.

Además de la de Leganés, Mariam visitó más de 30 ópticas. En todas le dijeron lo mismo, de una manera o de otra, con palabras más amables o menos, con excusas más o menos disfrazadas: los clientes iban a sentirse extraños delante de una chica con pañuelo, la venta se iba a resentir...

Unos meses después de la entrevista de Leganés, Mariam acudió a otra óptica en Madrid, en un barrio acomodado, en la que necesitaban urgentemente a un operario. La joven fue como siempre, sin muchas esperanzas, casi resignada, pero sin ninguna intención de quitarse el pañuelo. La entrevistó la jefa, Pilar Bonilla: "Al principio, cuando entró, y la vi con el velo y una gabardina marrón, pensé que no. Pero luego, cuando le oí, cuando vi el currículo, me di cuenta de que la chica valía, de que a mí me hacía falta urgentemente alguien para el turno de tarde y de que por qué no. Ha habido clientes que se han quejado, cuatro o cinco, que me dijeron que si ahora la óptica era multirracial y que habían decidido venir sólo por la mañana (cuando Mariam no está). Pero las ventas han subido en el turno de tarde y todos estamos encantados...".

A veces hay clientes, sobre todo señoras mayores, que al ser atendidas por la chica de la bata blanca y el pañuelo blanco en la cabeza no pueden resistir la curiosidad y le preguntan:
-¿Y tú, hija, cómo es que hablas español tan bien?
La joven les responde siempre: "Yo se lo explico. Les digo que soy de Alcorcón y todo lo demás. Con el tiempo he aprendido si el comentario o la pregunta está hecha con respeto".Es un artículo de Antonio Jiménez Barca publicado en El País el 4 de Mayo de 2008.

6 comentarios:

BIRA dijo...

Supongo que se podrían escribir miles de párrafos sobre la cuestión del pañuelo sí, el pañuelo no, y jamás llegaríamos a un acuerdo. Puede ser miedo a lo desconocido, ignorancia, manías, no sé.

Personalmente, te confieso que no soy nada partidaria de los pañuelos (aunque no tengo absolutamente nada que reprochar a quienes los llevan). Tampoco me gusta que la gente lleve gorros o sombreros o boinas o lo que sea en lugares cerrados. No puedo con ello. Me parece una falta de respeto y educación. Supongo que al final todo se resume en una cuestión de respeto. Eso sí, igual que te digo una cosa, te digo la otra: jamás negaría un puesto de trabajo (ni otra cosa) a alguien que lo merezca, por el hecho de llevar pañuelo.

Besos, Ana.

Anónimo dijo...

La campaña de Barack Obama trata de contener los efectos de un delicado percance ocurrido el lunes pasado, cuando los organizadores de un acto del candidato demócrata en Detroit prohibieron a dos mujeres tocadas con el clásico velo islámico que se sentaran en las gradas que servían de fondo para el discurso.

Anita dijo...

Bira, tienes toda la razón en que es cuestión de respeto aunque debería ser por las dos partes.

Lo que pasa es que el artículo es un poco sensacionalista.También hay mucha gente a la que le cuesta encontrar trabajos de cara al público por su imágen. Cada empresario decide la imágen que quiere dar de su empresa o negocio.

Hay gente que se quita los piercings,pendientes, forma de vestir...para poder encontrar trabajo.No es la situación ideal pero es lo que hay.

Besitos Bira eres un solete.

Anita dijo...

Ya ha pedido perdón el Obama. Supongo que está con los miedos de que no lo identifiquen con el Islam, ya sabes los Yanquis. Que hay voces que decían que es musulman.

Me hago un lío por más que me lo explican: moro, musulmán, islam, árabe...

Anónimo dijo...

A veces el perdon no es suficiente el perdon para borrar el daño. El perdon de Obama es solo para guardar los votos de la población musulmana.

Anita dijo...

¿quién ha dicho que esto no es otra estrategia electoral?

como no van a mentir los políticos si todos lo hacemos...y no los justifico.

ays anónimo...